lunes, 27 de septiembre de 2010

La ciudad de los silencios complices

Es de noche, pero acá no importa, será porque la misma sensación de angustia que nace en el asfalto y termina en la legislatura siempre en construcción, se desarrolla también tan socialmente durante el día, acá la pobreza no tiene nada que ver con lo económico, ni la enfermedad tiene nada que ver con la salud, ni la fiesta con la diversión, la desolación y el desahucie, y bueno...están, que le vamos a hacer, total el mundo no existe mas allá de esta ciudad, y si existiera, ¿a quién le importa?, quien puede rebelarse ante el absolutismo de la pasividad llevada a límites intolerables?

El silencio es impúdicamente forzado, la humedad acompaña de manera fotográfica el estado de sitio, auto pactado entre la ciudad y la idiosincrasia, en el que ha caído.
La gente le teme a la noche, le teme a la gente, y agranda el temor como si estuvieran panfleteando en contra de cualquier actividad que implique desafiar la exasperante quietud establecida.
Se ha coartado la libertad de expresar felicidad, se ha extirpado la sensación de que la vida es algo disfrutable y se ha implantado un chip de comodidad sin culpa, que en tiempo record, a fuerza de programas de televisión, ha logrado reducir el uso del cerebro a niveles insospechados pero definitivamente confirmables.
En esta ciudad se murmura y se farfulla por lo bajo, ahí nomás, entre vecinos, todos saben mas de lo que tienen que saber y a la vez no saben nada en absoluto, pero otra vez todos saben quien fue y cuando, cualquiera arriesgaría a creer que en una ciudad donde se sabe todo lo que sucede y quien lo perpetra, las oficinas de la justicia estarían repletas de informes y denuncias, de marchas y de escraches, de movilizaciones indignadas por la falta de garantías, pero no, ni cerca, como se le ocurre a uno que alguien iría a denunciar a cualquiera de los respetabilísimos miembros de tan prestigiosa sociedad donde los nombres mas prominentes se pueden mezclar con los mas diluidos, y es claro, si nos conocemos todos de chicos, jugábamos juntos a la pelota en la placita Pringles ahora Italia, pues resulta que como si esto fuera Casablanca lo que mas importa es el manejo de información sea de la clase que sea sin importar la calaña del informante. Sombras sobre sombras sobre sombras, silencio sobre mas silencio, nadie se olvida de nada pero esta todo perdonado, los chicos son buenos, además quien no se siente un poco importante cuando conoce intimidades de la gente mas poderosa, esto de la obsecuencia es cosa de zurdos, acá no hay obsecuencia, acá hay lealtad, lealtad hacia el muchacho de doble apellido ex jugador de rugby y alumno del colegio inmaculada, que jamás piso una calle de tierra y ahora tiene 50 kilos de sobrepeso, y que se dice igual a Juan Leiva, inundado y resistente en el centro donde duerme su desamparo, o el comisario comiendo asados con ministros y secretarios, en una tapera del arroyo Leyes con vinos de 13 pesos la botella, eso si, soda y hielo, emblemática señal de localismo, vaya a saber que caldos de cultivos se están gestando en el Leyes al tiempo en que se levanta la mano para saludar a un cartonero que conduce un carro tracción a sangre, ustedes no quieren que empiece a hablar del caballo, o en lo que sea que se convirtió el animal de lo heroico, de las grandes gestas, el emblema del triunfo, esta ciudad es un caballo que cincha, sin ilusión de comida, de un carro que lo etiqueta mientras recibe latigazos de sus dueños y puteadas de los automovilistas, como si esto fuera mejor que las miradas de desprecio y asco con que la sociedad transeúnte dispara sus rayos de fascismo y odio, de intolerancia y miedo, de silencios y secretos, de amistades devenidas en complicidades.
La ciudad de los silencios cómplices, Santa fe, te falta un mambo, te sobra muerte y pasarela.

RISOTTORABIOSO.

EL SECRETO ESTA EN EL VINO

EL SECRETO ESTA EN EL VINO

A veces mi alma se va por las noches a yirar de bar en bar buscando restos de canciones
Que hablen de sobrevivientes, que aguantaron la tortura y la locura y todavía siguen firmes

El cielo verdea sobre la idea de una tempestad, que ruge en los cementerios
de esta no ciudad
y calladita se arma la revuelta de las almas insolentes y guerreras que andan sueltas

y el tiempo vuela de manera abyecta y la piel encriptada cae con sutil cadencia
y se estrella en el asfalto crudo,
que respira a duras penas en silencio en Balvanera

y en calidad de todo en lo que hubo un brillo tan fulgente capaz de convertir a un simple ciego
en un vidente
yo mato versos y los embalsamo y son versos durmientes

El hijo que nunca tuve a veces me habla
Pregunta cosas que no son de chicos
Me ve llorar y me dice despacito
Volve a tu casa empeza de nuevo y hace lo mismo otra vez
Pero esta vez planta palabras, cosecha historias y aliméntate de ellas

Y mientras todo esto pasa en alguna sórdida esquina de un húmedo septiembre
De tinte ocre apocalíptico
Yo descubro muy tarde que no es lo mismo respirar y estar con vida que estar vivo

La noche se blanquea en un Van Gogh en una vidriera, que despierta a los dormidos caminantes,
vagabundos innombrables de lo etéreo, que van firmando el asfalto como firmarían el cielo

Y el espacio que ocupa mi silencio se comprime en mis pulmones
Y se estrella en alarido mudo
Cuando mato a alguien con vulgarismos como balas que disparo de mi puño

Y en memoria de todo en lo que alguna vez hubo algo como furia e impotencia
Fuerza bruta y resistencia
Quemo palabras, miro como arden y vuelvo a escribirlas

El amigo que se fue a veces me escucha
Se hace fantasma de dudosa procedencia
Me habla solo con discepolianas puras
“déjame que llore como aquel que sufre en vida la tortura de llorar su propia muerte”(*)
Pero esta vez Siembra emociones, cosecha amores y aliméntate de ellos

Y es tan claro como que todo lo que veo se esta por terminar y nunca llega ese momento y no hay residuo
espiritual
Ni salvataje universal, ni escondrijo o crucifijo ni garitos ni conventos

Y ahí va la vida yéndose de orbita como un gallego bruto que mando a la virgen
A tomar por culo
Y se estrella la cabeza contra un muro sacrosanto que no cede ni se ablanda

Que mi odio sea como un cigarrillo que no deja de arder desde
Que empieza hasta que termina
Y que mi amor sea como un porro así tengo que prenderlo todo el día

Y en honor a todos los que no creemos en lo que nos venden, sino en lo que vemos
Porque somos los que aprenden
Yo hago justicia, aprieto el botón y apago TN

El padre que me mira viste galas
Desde un portarretrato clandestino
Me dice que el secreto esta en el vino
Que es como el tango se aprecia de grande y se sufre de viejo
Te hace mas sabio y te marca el destino y te mata en el espejo.

(*) ENRIQUE SANTOS DISCEPOLO

                                                                                                                  RISOTTORABIOSO

martes, 3 de agosto de 2010

CICATRICES

La mano empuñalada que hace estragos
Con los que aman a la victima arrasada
La voz del pésame que siempre es nada
La infamia se bebe a dios en dos tragos

Las hojas secas de este otoño enfermo
Crujen bajo esta suela desolada
Que firme sigue el rumbo de su espada
En un estrecho atajo hacia el infierno

El sueño de los días en el viento
Se condensa en lo real y lo profundo
Y el grito que ha de dar la vuelta al mundo
No es el grito de uno, es el de cientos

El dedo que señala no es el mío
Ni el de mi amor guardado aquí en mi pecho
Es el de la justicia y no es derecho
Un derecho que adquiere un pecho herido

Adonde van las rubias caravanas
Que vivan al rencor y la violencia
Las voces que en nombre de la decencia
Transmiten una verdad engañada

El tiempo de vivir se hace a la espera
Y la muerte no espera ni un segundo
Y el grito que ha de dar la vuelta al mundo
No es por hambre, es un grito de guerra

El puño levantado de impotencia
Se enfrenta contra balas mal pagadas
Y el tajo de un insulto carcajada
No cicatriza nunca en la indigencia

El vengarse sin haber sido ofendido
Es la triste fotografía del milenio
Y en esta espuria guerra por dinero
Caen muertos comprados y vendidos

El rito culto de la indiferencia
Nos deja malheridos y sin rumbo
Y el grito que ha de dar la vuelta al mundo
No es de victoria, es un grito de ausencia.

jueves, 7 de enero de 2010

el ojeador cuento

El ojeador


El bar estaba completamente vacío, la música parecía salir de todos los rincones, era uno de esos domingos tan llenos de desierto, que ni algún ridículo bocinazo podría desmodorrar a la tarde que no caía sino que se posaba pesadamente en el regazo de la incipiente noche, por esa época solíamos juntarnos los muchachos de la barra a charlar de fútbol después de terminar la fecha, pero la lluvia y los magros resultados, habían hecho de la noche un telón de lobreguez impenetrable.
Me sirvo un whisky, un black con dos hielos, y me arrimo a la puerta vaso en mano, tan aburrido que caminar me parecía una montaña rusa, al llegar a la puerta diviso en la penumbra y a través de la cortina de llovizna un reflejo casi imperceptible, miro mejor y logro distinguir a un hombre fuertemente abrigado, con sobretodo gorro y bufanda, pero lo mas llamativo eran los anteojos negros, que no serian llamativos de haber asido el hombre alguna especie de bastón, sea blanco o no, pero no, no había ningún bastón, el hombre se refregaba la cara como cansado, creí que no era mas que un borracho, pero mis dudas se disiparon en cuanto vi que caminaba en condiciones normales, no era un ebrio, igualmente había algo que me llamaba la atención, y no eran los lentes, probablemente haya sido que interpreté un ademán de imposibilidad de quitárselos y eso me extrañó, de cualquier forma cuando vi que cruzo la calle en dirección al bar sentí un escalofrío que empezó en la nuca y no se detuvo hasta los talones, así, sin capacidad de reacción, me quedé estático mirándolo fijamente, el hombre no lo había notado aun porque estaba cabizbajo, pero en el momento en que levanto la cabeza y miro hacia delante el vaso exploto en mis manos derramando todo el whisky y provocando una maldición contenida, en ese segundo el extraño entra al bar mirando el piso y me pide con una voz seca y apagada
-lo mismo que estaba tomando usted y sírvase otro, hoy va a ser una noche larga.-
Lo mire con escepticismo y le hice un ademán con la cabeza levantada y hacia delante, que muy bien entendió, significaba ¿Por qué?
-porque hoy tengo que quedarme acá hasta que venga la persona con quien debo encontrarme-, respondió sin sobresaltos y firmemente, note que no miraba su vaso, mirar el vaso es algo que la gente hace habitualmente cuando están mintiendo, y dejándome llevar por mi presunta condición de conocedor de la gente de la noche, confié en mi mismo, y pregunte:
-¿y esta esperando a alguna señorita o a algún amigo?-
Se hizo un silencio como si el hombre estuviera pensando que decirme y sacándose los lentes pero sin permitirme verle los ojos respondió:
- estoy esperando a mi victima, lamento que tenga que ser aquí, pero no me queda opción.-
-¿victima?!!- Exclamé, sin sobresaltarme demasiado, y desconfiado pegunte.
- pero… entonces… ¿usted va a liquidar a uno acá? - y continué- mire, como broma está bien pero le aclaro que yo no permito bajo ningún punto de vista ninguna clase de disturbio aquí dentro, y si llegase a suceder llamo a la cana de toque-
-yo le entiendo mi amigo, -aclaró – pero créame, es lo mejor.-
- mire jefe, a esta altura lo mejor que me podría pasar es que yo me vaya temprano a mi casa y no tenga nada que contarle a mi mujer-
- con más razón, si yo me voy usted no llegará nunca a su casa-
Debo haber puesto alguna cara impensada, de esas jodidas, porque el tipo hizo un ademán con la mano como diciendo “tranqui nene “, y continuo
-no tiene porque entender, y así es mejor, usted hoy va a volver a su casa, créame, pero no si yo no me encuentro antes con la persona a la que estoy esperando.- todo eso lo había dicho cabizbajo, y la verdad me pone un poco incomodo no verle los ojos a mi interlocutor, bastante incomodo, así que lo increpé:
-escuche mi amigo, no me gusta nada esto que esta diciendo así que por favor al menos déjeme verle los ojos.-
Eso fue lo peor que se me pudo haber ocurrido, es el día de hoy que no se me borra esa maldita imagen, a veces cuando cierro los ojos veo aquellas espantosas cuencas todas venosas de un color rojizo enfermo y furioso a la vez, y muy al fondo esas brasas amarillas y negras que me provocaron una instantánea migraña que me hizo doblarme y retirar la vista.
-¡Hey! ¡¿¡¿Que me hizo?!?! Hijo de puta, la puta que te reparió!!! Me mordí los labios para no seguir insultándolo, pero tenía fuego adentro de la cabeza
- ¿quiere verme los ojos de nuevo?
-no, no, ta bien, ¿Qué me hizo?
El tipo se tomo su tiempo para contestar hasta que al fin se puso los lentes y explico
-soy un ojeador.-
Mi cara debe haber dicho bastante por si sola porque prosiguió como si estuviera acostumbrado a explicar su temita.
-Tengo una maldición o una bendición o lo que usted quiera, pero a todo lo que miro le pasa algo desagradable, con los lentes puedo parecer erguido mirando hacia abajo, siempre tratando de no mirarme los pies, la ultima vez tuve triple fractura de empeine, iba en ojotas, así que ahora solo rompo zapatos que es lo primero que veo por eso ando todo tapado, para no romperme a mi mismo.- hizo una pausa
- lo que aun no comprendo es porque no rompo los vidrios de los lentes, si en definitiva los miro todo el tiempo, supongo que no los rompo porque no los miro fijamente.-
Yo estaba atónito, pero aun podía razonar, ¿ que mierda hacia este tipo acá?,¿para que había venido?,¿Qué joraca quiere?.
El tipo vio que aún no había dicho demasiado para convencerme de su veracidad, y menos por explicar que cuernos tenía yo que ver en todo esto, entonces prosiguió.
-pero estos ojos malditos no solo sirven para destruir, a veces y solo a veces puedo ver pantallazos del futuro.-
Mi cabeza iba a mil, a ver, este tipo puede ver el futuro y esta acá para decirme que solo voy a volver a mi casa si el se queda y que va a ser una noche larga, y que se tiene que encontrar con alguien, y yo debía estar perdiéndome de algún dato porque no consigo hilvanar todas estas cosas, o al menos no de la forma que yo quiero, porque no quiero que nadie venga a matarme para que este tipo lo despedace, porque eso es lo que entiendo, que alguien va a venir a matarme.
El ojeador miro su reloj y me dijo
-tranquilo, falta poco-
Transcurrieron días meses e incluso años, todos reducidos a quince minutos, ni el ni yo hablamos en ese periodo, hasta que rompió el silencio con un ademán mudo de alerta, me mostró la palma de su mano y me hizo seña de agachate, solo alcance a ver que alguien ponía un pie en el umbral del bar. y me agache, desde atrás de la barra pude ver al tipo sacarse los anteojos, escuche el ruido del vidrio de la puerta de entrada, parecía haber estallado, también se podía oír la madera del marco crujir desesperada, y se oyó un grito, casi un gemido, un alarido ahogado por un profundo dolor, y vi como alguien se iba agarrándose la panza, luego vi la puerta destrozada el vidrio hecho trizas y sangre en la escalerita de entrada, mucha sangre, el rastro seguía hasta la vereda del vecino y luego se perdía cruzando la calle.
Del ojeador, ni la sombra.
La noche me favorecía para la limpieza. Después de limpiar y cerrar me fui a mi casa caminando, sabia que hoy me habían salvado la vida, sabia que nadie iba a creerme así que me fui temerariamente convencido de que no iba a suceder dos veces en la misma noche, la idea era siempre la misma, volver a casa sin tener nada que contarle a mi mujer, absolutamente nada que contarle a mi mujer, solo explicar lo del vidrio y la puerta y el marco; llegue a casa.
Mi mujer estaba durmiendo, la desperté con un beso, y me miró y me dijo
- hola, llegaste temprano-
Hice silencio y al cabo de unos segundos le dije
-¿a que no sabes lo que me paso hoy?-


Fin.
Martín “risottorabioso” Filippelli

miércoles, 6 de enero de 2010

la aventura de alguno

Era tarde y yo ya estaba tilingueando por el barrio
Venía hecho un fugitivo como alma que lleva el diablo
Ya había tomado sertales pero aun estaba escabio
Hacía un calor de cagarse
La puta que caluroso
Y esa resaca de vino que me quemaba los labios

Bajo una baldosa lo veo, violeta y resplandeciente
Un billete que tenía un criminal por presidente
Humito de adormidera hacia estragos con mi mente
Y ni hablar de los pulmones
Que después de veinte cuadras
Pedía a gritos un vaso de agua que sirva como aliciente

Entré en un tugurio infausto con un nombre impronunciable
Y mis ojos disintieron con lo que era razonable
La clientela me miró y se pusieron inestables
Ni hablar de los más mareados
Entre ellos un puntero
Me hizo seña de “te veo” y se arrimo respetable

Ahí nomás pensé que estaba en los confines de la vida
Lo invite para la barra y le pague una bebida
Era un vaso de la misma muerte, la puta que era jodida
El puntero se avivó y
Me vendió pa hacerme el entre
Y después del zac, zac, zac era la guita o la vida

Volví a casa al galope serio como perro en bote
Cuando en la tercera esquina me choque con un garrote
Pardo, cara de malandra y de azul hasta el cogote
Lo desparrame en el piso
Del joraca que tenía
Le dije disculpe usted pero hoy soy un monigote

Me dijo que no hay problema, entre quejas y lamentos
Seria usted tan amable de darme sus documentos
Mas nervioso que dorima de trampa y con poco vento
Meto el garfio en el bolsillo
Y al sacarlo presuroso
Voló al aire la bolsita y se abrió culpa del viento

En seguida se cuadro y como policía nuevo
Me sacudió en la cabeza y una patada en los huevos
Chúcaro había resultado el kobani bruto y feo
Que sin ninguna demora
Me metió en el patrullero
Y una vez en la taquería de cabeza al agujero

Pase ahí hasta el otro día, me desperté hecho pedazos
Me sacaron de la celda con un sabio garrotazo
Confesé mi zafarrancho, con respeto y de buen modo
Cuando un cabo, como un chancho
Me puso en la jeta el codo
Prometiendo que a la próxima me la daban entre todos

Con una costilla rota y con el hocico partido
Jurando vengarme feo del castigo recibido
Volví con el sol ardiente zumbándome los oídos
Caminando lentamente
Y sin pensamiento alguno
Me llegue hasta el dispensario y ahí quede recluído

Después de dos días de hambre, de llantos y de quejidos
Me enganche a una enfermera, pocos dientes, ojos chinos
Me acerco algunas pastillas
Las que tome con abuso
Pude zafar, emparchado, y me escape a medianoche
Y antes del segundo paso me atropellaron dos coches

Acá tengo para un año, y si todo sale bien
Probablemente me queden un poco raros los pies
La china me da pastillas pa conservarme de rehén
Me dejo baquetear sin alboroto
Son quince mis huesos rotos
Si salgo de acá en dos patas me tiro abajo de un tren




RISOTTODECHURRO

cuando no queda nada

Son mis muertes esos rostros
Que en medio de ningún lado
Voy recordando
Y sus nombres herrumbrados
Voy desechando a un costado
“los rostros mueren cuando mueren los nombres, los nombres mueren cuando no queda nada”

Son mis vidas esos cuerpos
Sin futuro ni pasado
Que han llovido
Y por mi ruta transreal
Los vi alejarse cantando
“los cuerpos viven cuando hierve la sangre, la sangre hierve cuando no queda nada”

Son mis llantos esos ojos
De celeste inmaculados
Que vi apagarse
E ir en busca una noche
De su amor al otro lado
“los ojos lloran cuando otros se apagan, los ojos se apagan cuando no queda nada”

Son mis soles esas pecas
Que llevo en mi alma tatuadas
Por un ángel
Y ni el diablo ni quien sea
Va a poder jamás borrarlas
“las pecas brillan cuando el alma es tatuada, el alma se borra cuando no queda nada”

Son mis noches las canciones
Que nunca fueron cantadas
A la luna
Y en venganza la marea
Les secuestro las tonadas
“las canciones desaparecen cuando no son cantadas, el canto desaparece cuando no queda nada”

Son mis odios las traiciones
Que no podrán ser vengadas
En la tierra
Y el infierno y sus tormentos
No hacen la deuda saldada
“el odio se apaga cuando la traición se paga, la venganza termina cuando no queda nada”

Son mis cartas esos cuatros
De una sota acompañadas
Y yo grito
Envido y truco carajo
Y me juego la parada
“en el truco la mentira es la que te da ventaja, en la vida la mentira es cuando no queda nada”


Son mi música las voces
Que no pueden ser calladas
Con estruendos
Y el eco eterno de la voz
Es la sangre derramada
“el eco se encierra o se mancilla o se calla, la sangre se derrama cuando no queda nada”

Y mis risas son mi perro
Los tangos menos salvajes
La carita ante el sarcasmo
La emoción del sabotaje
Los músicos ordenados
Los hippies sofisticados
Los escritores prolijos
Los libros desvencijados
Los discos viejos y sucios
La idiotez de los astutos
La amargura de los genios
La necedad de los brutos
Ver rodar una pelota
Irme al mazo con dos bravas
Volver de pronto a mi infancia
No hacer nunca esa llamada
Volver a comprar mi casa
Robar revistas prestadas
Ir al centro al mediodía
Comer pizza de dorapa
No devolver los mensajes
Comprarme pilchas usadas
Los teléfonos con tubo
Los calefones quemados
Un fernet muy bien servido
Un churrito bien armado
Los bares azulejados
Los canillas con sonrisas
Las hilachas del destino
La cancha llena de hinchas
La murga de barrio y vino
Que corrientes sea ancha
Ir por el mismo camino
Perder y buscar revancha

Y mi alegría es mi amada
Bailando entre los colores
Del amor
Y no hay negros ni dolores
Solo un lienzo y un pincel…y mi alma desbordada
“cuando no hay nada, puede haber amor, cuando no hay amor, no queda absolutamente nada”

RISOTTODECHURRO

soluciones efectivas

El todo de la nada se hace añicos
El día de la vida se hace eterno
El tiempo que gaste a los treinta y pico
Se muere como un brote en el invierno

Quien pide por amor no pide nada
Quien pide por felicidad se engaña
No es escalar subir una montaña
No es companía quien no discute nada

Quizás pueda reírme de las caras
Que ponen los que escuchan mi pregunta
¿Será que la realidad esta difunta?
¿O será que disimulan sus taras?

A donde van las eternas caravanas
Atravesando baires como un pollo al spiedo
Tallando laberintos de graffiti
Cultivados en los jardines del miedo

Llorando al no ver peras en el olmo
Mambrú se fue a la guerra con un paco
A las dos cuadras no había mas tabaco
Y se volvió a esperar peras del olmo

Y quiero ver soluciones efectivas a la falta de placer
Me seccionaron la vida y se me prohibió toser
Sobre la mesa servida, tengo lepra no cáncer
Y me vibra la vejiga, al filo de una gillette,
Y voy a cortar sin miedo, y al comenzar a mear
Voy a pararme en el medio de la calle y me voy a ocultar
Entre todos los meones que ocupan la realidad
Y entre todos los cagones que miran desde el cordón
Sin atreverse a bajar